martes, 5 de enero de 2016

Atardecer

En el hueco que asoma entre tus manos
o en tus párpados tiernos, huye el día
hacia un rincón oscuro y confortable.

Se acomoda a la luz de la frontera
para decir que sí, que vuelve el mundo
a girar en la órbita de tus meditaciones,
ese espacio de colores inciertos
en que se vierten todos los minutos
en una incertidumbre rutinaria.

Atardecer como refugio en la frontera.

Entidad propia en que confluye el tiempo.

domingo, 4 de octubre de 2015

Docilidad del tiempo

Los años sí perdonan.
Son un animal dócil que se pliega a su dueño.

Consuman la costumbre, las rarezas,
las fórmulas sin riesgo del paso de los años.

Y resuelven, al fin, la paradoja
de aprender a esperar
cuando ya se han cumplido los plazos de la vida.


martes, 30 de septiembre de 2014

Mañana de domingo

Es domingo en tu cuerpo.
Con las primeras luces se acumula
un rimero de tierra entre los párpados.
En los muebles conspira la luz de la mañana
como un retén de guardia para cerrarte el paso.
Quédate en la penumbra del domingo.
Resuelve mientras se compone el día
la armonía nocturna en este acorde.

sábado, 17 de mayo de 2014

La calma

Sobre la tierra húmeda.
Sobre la misma plaza como un testigo mudo.
Por encima del campo de batalla
sin el cadaver frío de tu ropa en la silla.

Después de una tormenta que ha tirado los puentes
entre las dos orillas del orgullo.

Esta calma es la paz de la derrota,
una paz sometida a la quiebra de los signos.

Ahora que se distinguen las voces de la arena,
que han caido los muros de la casa
y los lazos se sueltan de su triste dominio,
sólo nos llama un tiempo que amenaza
con todos los silencios,
una calma que borra la esperanza.

Dijimos que el camino
era el significado de la historia,
que los destinos nunca desmerecen
la conquista diaria de tu cuerpo y el mío.
Pero la última frase del relato
nos ha traido una razón amarga,
ha venido a cambiarnos el sentido,
aunque deje esta calma después de la tormenta.

lunes, 5 de mayo de 2014

Un taxi, tu casa, las tres de la mañana

                     Tú me llamas, amor, yo cojo un taxi
                                                Luis García Montero

Igual que las cenizas
quieren contar la historia de las llamas,
así se nos parecen las palabras
suavemente rozando la piel de la memoria
como si fuera un cuerpo sobre el que revelarnos,
como si consintiera la historia alguna réplica.

Mismo trayecto y falta tu llamada.
Figuras sobre un fondo de señales
que han perdido en el tiempo su familiaridad.

Hoy no se significan los semáforos
a favor de la ruta hacia tu cuerpo.

Porque ya no hay ventanas en tu casa
y nunca he sido amigo de las puertas.
Dime por donde entro.

domingo, 27 de abril de 2014